Visita a la Fábrica de la Empresa Inés Rosales

Me preguntaba hace unos días, leyendo por primera vez el caso recibido, qué pensaría Inés Rosales, una señora que hace más de cien años decide sacar al mercado un producto artesanal como son las tortas de aceite, si le dijeran que actualmente sus tortas se fabrican a un ritmo de miles al día, a través de una compleja cadena de producción y mediante la utilización de enormes maquinas automatizadas. Después de la visita realizada el pasado viernes tengo clara la respuesta. Se sentiría orgullosa.

La historia reciente de Inés Rosales es lo que muchos podrían calificar como la historia de dos caminos predestinados a encontrarse. Por un lado, el de una empresa que navegaba sin rumbo fijo abocada al fracaso, y por otro lado el de un marino mercante reconvertido a empresario, al que un día se le presenta la oportunidad de hacerse cargo de una marca que le había acompañado tanto a él como a miles de andaluces a través de momentos duros y dolorosos. Este ex marinero no es otro que Juan Moreno, que no tuvo duda alguna a la hora de ponerse al timón de este barco a la deriva con el objetivo de enderezar su rumbo.

La familia Moreno desde que se hiciera cargo de la empresa ha sabido mantener la filosofía de la propia Inés Rosales, la de las tortas de aceite de toda la vida, que evocan los mejores recuerdos de nuestra infancia. Desde su sede en Huévar del Aljarafe, se fabrican con mimo, una a una, de manera muy artesanal al igual que se hacía hace más de cien años. Desde allí no se fabrican tortas, se elaboran. Esta distinción no es ni mucho menos baladí, sino que conlleva enormes implicaciones, y es difícil de explicar e incluso de comprender, más si cabe teniendo en cuenta el mundo en el que actualmente vivimos; donde todo es regido por la tecnología y por lo tanto, que todavía exista una compañía que sigue elaborando sus productos a mano, uno a uno, como si fuera la propia Inés Rosales la que se encuentra con las manos en la masa, es cuanto menos admirable.

La filosofía de la compañía es clara, saber de dónde vienen les ayudará saber a dónde se dirigen. Entendiendo que su labor es más la de escuchar que la de hablar, explotando siempre la fortaleza de saber que cuentan con un producto único, un producto que no encaja en ninguna categoría por tratarse de una categoría en sí mismo, un producto local, pero a la vez global y un producto que después de más de 100 años no ha cambiado, pero sí evolucionado.

Jorge Mora Ramos
Alumno de la IX edición del Proyecto LYDES